viernes, abril 22, 2022

Desinformación: una amenaza cada vez más frecuente

Tanto por la pandemia COVID-19 así como también por la reciente guerra entre Rusia y Ucrania, las actividades vinculadas a la desinformación han crecido de forma acelerada.

La obligación de las personas a quedarse en sus casas y el masivo uso de Internet ha producido que surjan nuevos engaños, estafas y fraudes. Así como también acciones tendientes a desinformar (o mal informar) con diversos fines. La verdad emocional, posverdad, también ha crecido tanto como la polarización en redes sociales.

Frecuentemente con la intención de generar algún tipo de ardid, este tipo de campañas buscan engañar mediante diversas técnicas, siendo la más común la de otorgar información parcial, sesgada o incompleta.

Usado con frecuencia aspectos emocionales en desmedro de los racionales, la desinformación es una amenaza en pleno auge.

Frecuentemente utilizada en acciones políticas, con la intención de generar una afectación en la opinión pública, las redes sociales emprendieron algunas medidas para limitar el accionar de estos actores.

Así pues Facebook limitó la difusión de cuentas que fomenten la desinformación, así cómo en otras empresas de Meta respecto de la guerra en Ucrania perpetrada por Rusia.

Si bien se considera por parte de algunos actores, estas acciones como una forma de censura, he incluso el uso de ciertos algoritmos se alega que pueden influenciar y generar mayores riesgos, lo cierto es que las empresas a su vez deben dar seguridad a sus usuarios y la no moderación de contenidos pueden ser perjudicial a la propia empresa y a los usuarios de la misma en su conjunto.

Un hecho reciente en Brasil, el cual cuenta con similitudes años atrás con otro caso, muestra que la plataforma de mensajería instantánea Telegram debió modificar sus pautas ante un requerimiento de la corte suprema de dicho país. Años atrás paso algo parecido con Whatsapp. No fue sino hasta que el gobierno de Brasil bloqueó ante requerimiento judicial, el acceso a las plataformas que estas reaccionaron y adoptaron las medidas impartidas.

Acciones similares sucedieron con diversos portales de intercambio de archivos.

El límite entre la libertad de expresión, la desinformación y la censura es muy delgado. Pero a su vez existen derechos y obligaciones de diversos actores que entran en tensiones. No se puede entender el conflicto solamente desde una visión particular sino que debe analizarse desde una visión sistémica: sin sesgos (ni políticos ni ideológicos).

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